ESPAÑOL
En anteriores escritos que titule Tristes tumbas
hispanas, y que podéis repasar en este blog, os hable de esos enterrados de dudosa
reputación que pululan por nuestros cementerios. Bueno, lo de dudosa, no parece
la mejor de las apreciaciones, su mala reputación queda demostrada por los
muchos asesinatos a sus espaldas. Actos
genocidas, esos malditos actos, que tienen las guerras.
Ante esta inefable peculiaridad, de ser España la
última morada de personajes de miserable curriculum, no podía obviar otro
enterramiento hispano de “no nativos”, con el matiz, de que en este caso, la
historia de todos ellos, a pesar de que como soldados pudieran llevarse alguna
otra victima por delante, no es comparable a la de los primeros, sobre todo,
porque estos de los que hoy escribo, fueron tambien víctimas de la sinrazón y el fanatismo de sus
mandos.
Así que, en un terreno habilitado exprofeso, para su
última morada, casi dos centenas de militares alemanes combatientes de la
Primera y Segunda Guerra Mundial, que por una u otra circunstancia dejaron su
vida en tierra o mar español, tienen en Extremadura su último descanso.
EL ORIGEN
La Volksbund Deutsche
Kriegsgraberfursorge -Comisión de Conservación de Tumbas Militares Alemanas- es
una organización humanitaria dependiente del Gobierno Federal de Alemania,
que tiene como misión identificar enterramientos de las víctimas de guerra
alemanas en el extranjero y ofrece
asistencia a las familias de estos soldados, apoyando el mantenimiento de tumbas de guerra o su cambio de emplazamiento.
EMBLEMA DE LA Volksbund Deutsche Kriegsgraberfursorge |
Nacido de una iniciativa ciudadana,
en 1919, fue muy apoyado por toda la población. En 1933 tuvo el beneplácito del gobierno
nacionalsocialista, y durante la Segunda Guerra Mundial, fue el encargado
de la construcción de cementerios militares, que a partir de 1946 se
convertirían en más de 400 cementerios militares en Alemania. En 1954, el
gobierno de la República Federal de Alemania encarga a la Volksbund la
búsqueda en el extranjero de las tumbas de los soldados alemanes.
En la actualidad La Volksbund administra
832 cementerios militares en 45 países con cerca de 2,7 millones de víctimas de
guerra, con la ayuda de miles de voluntarios y más de seiscientos empleados.
Y aún tiene previsto seguir agrupando sus soldados en cementerios particulares,
sobre todo, aquellos que murieron en el frente del este. Para su mantenimiento cuenta con alrededor de trescientos cincuenta mil socios y
donantes activos, y con más de un millón de simpatizantes y donantes
ocasionales que financian el 70% de sus gastos, siendo ayudados con el 30%
restante con fondos públicos por parte del Estado federal.
LA PUESTA EN MARCHA
Es en 1977, cuando es
encomendada a Gabriele Marianne Poppelreuter, joven trabajadora de la Embajada
alemana en España, la misión de buscar las tumbas de todos los soldados
alemanes que se hallaban distribuidas por el territorio español.
Poppelreuter tras algunos años y
muchas cartas, llamadas telefónicas y
kilómetros recorridos, investigando, averiguando y confirmando la identidádes,
amén de supervisar las exhumaciones, consiguió reunir los restos de 180
soldados, habiendo puesto especial cuidado, porque así se le insistió desde el
organismo pertinente español, que al lugar donde al final se decidiera
ubicarlos, no querrían recibir, aquellos que hubieran intervenido en la guerra
civil española.
Por lo tanto, aviadores de la Legión Cóndor, que fueron enterrados
en el Cementerio de la Almudena, allí se quedaron. Hoy en día, el Ayuntamiento
de Madrid, también ha hecho borrar la placa central, que presidia la tumba de
los fallecidos, por no querer símbolos de aquellos que ayudaron al ejercito
llamado Nacional, a ganar la guerra.
HOY EN DIA LA PLACA CENTRAL QUE IDENTIFICA AL CUERPO DE AVIACIÓN HA SIDO BORRADA |
En el Cementerio Alemán extremeño se ha
puesto especial cuidado, en no significarse con símbolos por todos conocidos,
convertidos en siniestros y que exhibía el ejército alemán. Es un cementerio
que no pretende honrar las ideas de quienes mandaron a la muerte a los que allí
yacen, si acaso pretende todo lo contrario.
EL LUGAR
La
Comisión Volksbund, hizo la pertinente búsqueda de sitio donde dormirían por
siempre los huesos de todos esos militares alemanes dispersos por la geografía
española. El lugar sería el pueblo cacereño de Cuacos, en plena vera extremeña,
donde compraron un solar al lado del Monasterio de Yuste. No en vano, en dicha
localidad vivió un tiempo “Jeromín”, un alemán de pro, que luego sería conocido
como Juan
de Austria, hijo bastardo de otro temporal ilustre vecino de la
localidad y también de gran importancia germana, ni más ni menos que el
emperador Carlos I de España y V de Alemania. Con tales padrinos, no
podía elegirse un lugar más adecuado.
Las obras del peculiar
camposanto, empezaron en 1980, y acabaron tres años después. Cabe decir que no
debió existir mucha prisa, porque estas no son nada ambiciosas y pudieron
haberse acabado en unos meses.
Su entrada es humilde,
es fácil no verla al pasar por la carretera. Se franquea la entrada desde una
verja adosada a dos muros de piedra y
unos metros más adelante, bajando unas escaleras, un cobertizo de piedra,
(Capilla en el plano) recibe al
visitante, donde una placa explica grosso modo el motivo de la instalación
funeraria.
Al frente de este porche empedrado, todo son cruces de granito gris
ceniciento perfectamente alineadas en el suelo. Ese es todo el activo
inmobiliario, junto a unos pocos olivos, alcornoques y retamas que completan el
solar. Quizá sobrecoge por esto mismo, por su sobriedad, y tal vez influya en
este sobrecogimiento, la soledad que se respira, lo alejado de todo, que
duermen las almas de los jóvenes infortunados.
INAUGURACION
El
cementerio se inauguró el 1 de junio de 1983 con una misa oficiada
conjuntamente por un Sacerdote protestante y el abad del Monasterio de Yuste,
acudiendo a tal evento representantes de la Embajada alemana en España,
miembros de la Comisión de Cementerios de Guerra Alemanes, autoridades
españolas y más de 200 familiares de los militares enterrados.
Por
ese entonces, el cementerio lucía como esos otros que vemos en las películas
extranjeras de militares y patriotismo, (palabra esta última, que algunos en
España, parecen no entender) con cruces milimétricamente colocadas y un verde
luminoso en el suelo.
Debe ser que las subvenciones germanas no llegan o que el
Ayuntamiento de Cuacos, ha dejado de la mano del Dios “protestante o católico” el
riego del lugar y claro, solo hay polvo entre tumba y tumba.
Es una pena, que
un sitio, tan significado, donde el agua, no es problema, no esté mejor
cuidado, pues este, podría ser un complemento ideal al visitar el Monasterio de
Yuste. Un complemento que no hubiera que tildar de descuidado, adjetivo que obviamente
devalúa el lugar y en cierto modo, menosprecia a quienes descansan en su subsuelo.
LOS “HABITANTES”
Son 180 las cruces donde figura el
nombre del soldado, la fecha de nacimiento y muerte, (no especifican rango
militar). Los militares, la mayoría veinteañeros, están agrupados con los de su
mismo cuerpo, servicio y guerra en la que tomaron parte. 26 pertenecen a la
Primera Guerra Mundial y 154 a la Segunda. La mayor cantidad de fallecidos lo
son del Ejército del Aire (Luftwaffe) y el resto, de la marina germana, sobre
todo tripulantes de submarinos que anduvieron por el Mediterráneo.
Destacan entre todo el "monumento funerario", los
38 marinos fallecidos en el hundimiento del submarino alemán U-77 frente a
las costas de Calpe en 1943, atacado por dos aviones británicos. Su joven comandante Otto Hartman, les sigue encabezando al frente.
Hay 25 tumbas en las que no se pudo enterrar resto alguno,
principalmente porque, en los cementerios origen, se habían perdido, mezclados en osarios comunes u otras
contingencias. La más peculiar de estas, es la de Hubert
Sasse, oficial de radio del U-755, un submarino
hundido en 1943 por la aviación británica, a varias millas náuticas de
Castellón.
Algunos cadáveres de este hundimiento llegaron a las costas
levantinas y entre ellos el de Hubert Sasse que apareció en
aguas de Burriana, en cuyo cementerio fue enterrado gracias a la generosidad
del comerciante alemán Jhosef Kaufer. La lápida con sus restos aún sigue allí.
En ella se puede ver la fotografía que llevaba encima el soldado, bajo la cual
hay una esvástica, símbolo del III Reich.
La familia Kaufer, ha cuidado siempre la
sepultura y no consintieron el traslado de los restos, pero la cruz ya estaba
grabada en Cuacos, y allí se mantiene.
Y como ella, la de los otros 24, al fin
y al cabo con o sin osamenta, los nombres sobre ellas, certifican su muerte, su
corta vida y sirven al recuerdo de lo estúpido del género humano.
Igualmente hay 8 cruces que pertenecen
a soldados cuyos cadáveres cuando fueron encontrados portaban uniforme alemán
pero no documentación, de ahí que la inscripción diga; “Ein Unbekannter Deutscher Soldat” (Un soldado
alemán desconocido).
Existen curiosidades como el nombre de
un alemán, Paul Neuman, ni que decir tiene que no es ningún antecesor del
famoso actor americano, en cuyo nombre la u, se convierte en W.
Otra cruz, dice Bruno Giordani 1920- 1941 cuyo nombre no se
nos antoja muy alemán, aunque pudiera serlo, lo que es evidente, es su ascendencia
italiana.
Y por supuesto la peculiar historia de Johannes
Bockler “El Lapa”. Este, fue aviador en la Segunda
Guerra Mundial y volviendo de una misión en Argelia, su avión cayó al mar
cercano a la isla mallorquina de Cabrera, donde fue enterrado, junto a un campesino,
apodado “En lluent” (el reluciente).
ANTIGUA TUMBA DE JHOANNES EN CABRERA |
Los
militares destinados en esa isla extendieron la historia de “El Lapa”, alguien
invisible que les tocaba o cogía la espalda, alimentando la teoría de que sería
el fantasma de Jhoannes que lejos de los suyos, no podía descansar en paz. En
teoría, los restos del aviador fueron llevados a Yuste, pero en Cabrera creen
que se equivocaron de muerto y se llevaron al campesino, asegurando por tanto
que la presencia del Lapa, pulula aún por la isla.
Por si acaso, mi visita al Cementerio fue bien de
día, no quería llegar anocheciendo, no fuera a ser verdad que es ahora En Lluent, el campesino,
quien anda desubicado, y al igual que el Lapa, agarre por detrás, a los
visitadores nocturnos, reclamándoles volver con los suyos. Me dan mucho miedo los fantasmas que no se
ven, los otros, los que se ven, solo me dan pena.
Me fui, rápido, el yantar me esperaba en Garganta de la Olla, un pueblo, que merece ser contado otro dia.
JULIAN MARTINEZ ARRIBAS Miembro del INTERNACIONAL C.C.