jueves, 16 de enero de 2014

OSA DE LA VEGA, DE ROMA A FILIPINAS, DESDE LA MANCHA

 
 
APOSTOLICA, ROMANA, CERVANTINA, "FILIPINA" y sin embargo INJURIADA

SEGOBRIGA
Aparecí por Osa de la Vega, una  pequeña población al suroeste de la provincia de Cuenca,  cercana a Belmonte, cuya economía se mantiene con la agricultura y el ganado porcino a gran escala. Había que hacer justicia con este humilde pueblo y debía contar su historia. Lo primero era  ver las antiguas cuevas-minas de Lapis specularis.  
LAPIS SPECULARIS

El nombre de la población deriva de Fosa en alusión a las excavaciones, que tanto apogeo dieron a la zona en época romana porque fue la máxima proveedora de este material que deja pasar la luz y utilizaban para las ventanas en todas las edificaciones  del imperio. El mejor recuerdo que dejaron de aquel tiempo, es Segobriga, fundada únicamente al amparo de esta actividad mencionada ya por Plinio el Viejo.
 


Cartel en la Plaza Donde se da cuenta de lo Acaecido a Sancho en la Sima
Me hubiera sido relativamente difícil localizar el emplazamiento de las oquedades mineras, sin haber preguntado por ellas en el pueblo.   Están demasiado escondidas, poco promocionadas, aunque hay que reconocer que en la cartelerìa de la plaza si se deja constancia de ellas y se presume que Cervantes, en la Segunda parte del Quijote en su Capítulo 55, las hace protagonistas, haciéndose eco de lo que D. Juan Antonio Pellicer (1797), en sus “Notas al Quijote”, y  D. Gabriel Puig y Larraz (1896), en “Cavernas y Simas de España”, daban  por casi seguro, que una de estas debía de ser la sima por la que Sancho y Rucio deambulan atropelladamente tras caer en ella por accidente en su marcha de la Ínsula de Barataria y de la que debieron ser sacados con cordajes.



Estatua de SANCHO en Alcala de Ebro (Zaragoza)
 
Largo periplo, entre uno y otro sitio, se me antoja, si hacemos caso, a  quienes aseguran que Barataria, se localiza  en la Población zaragozana de Alcalá de Ebro, donde la estatua de un Sancho pensativo deja allí la impronta de su efímero “gobierno”. Pero es evidente que Cervantes, no fue amigo de cronologías ni de abundar en exceso en el reconocimiento de los lugares. Por tanto, es fácil ver como  sus personajes, pueden  pasar de un lugar a otro,  alejados en muchas leguas y jornadas, en tan solo un capítulo,  y sin “pudor” alguno. Además de otras licencias, de las que buena cuenta pueden dar sus estudiosos.
Era domingo por la mañana y como de costumbre pensé visitar la parte noble de la población, como hago con todas las que están en el camino previamente establecido, ya que, cuando voy en grupo, esto no es posible, no puedo hacer que el resto, tenga esa misma curiosidad mía, ni convertir ateos.

El pueblo, como tantos otros, apenas tiene construcciones con cierta enjundia salvo La iglesia que siempre es el edificio emblemático a visitar, en cada localidad. No en vano la historia de cada pueblo, está escrita en ella, aunque solo sea en múltiples ecos de todos los que han estado allí dentro, y antes, todos pasaban a ella, por buen o mal motivo.



 Cabe decir, que el sacerdote ya octogenario, se cotiza al alza, y ni paraba por allí, ni en su casa sita a unos poco metros del templo, o al menos no atendió a los golpes en la cancela. La Iglesia se dedica a la memoria de la Virgen de la Asunción y allí preside una capilla, el Santo Rostro de Jesús patrón de la localidad,  sujeto por las manos de una  Verónica de turno. 


                          Iglesia DE LA ASUNCION
            

La otra fuerza fuerza viva del lugar, su Alcalde D. Juan Garde, me contó que en 1880, un paisano Pedro de la Torre y del Pozo, licenciado en cánones, vicario general, comendador de la Orden de Carlos III entre otros méritos llego a Nueva Cáceres en Filipinas, actual Naga, donde 200 años antes los dominicos españoles habían llevado la Virgen de Peñafrancia”



En ese viaje, debió llevarse como buen devoto del patrón de su pueblo,  una estampa o pequeña imagen  del Santo Rostro y allí, algún lugareño le hizo un cuadro en base a la muestra que este portaba.  Al poco de su estancia en esas tierras comenzó una epidemia de cólera que diezmaba la población. Enterados los habitantes de Nueva Cáceres, que en la Osa de la Vega, nunca hubo epidemias, y pensando que quizá el Santo Rostro, tuviera algo que ver en tal gracia,  le suplicaron les prestase el cuadro para sacarlo en procesión junto a la Virgen de Peñafrancia.  Así, en tierra extraña, como reza el pasodoble, brindaron con vino, de misa, la conquense  Osa de la Vega y  la salmantina Peña de Francia como dos españolitos allende los mares compartiendo nostalgias.
Viendo que remitía la epidemia, el pobre D. Pedro de la Torre, ya no pudo disponer más de su imagen, que paso al pueblo filipino y hasta ahora, donde, miles y miles de almas la hacen procesionar cada septiembre. Incluso dos pequeños distritos de la zona de Camarines del Sur, cuya capital es Naga, se denominan PeñaFrancia y Divino Rostro. 

      SANTO ROSTRO 


Aquí, este que escribe, podría decir, ¡eso es todo amigos, ¡ pero no ¡¡, hay más anecdotario.  que estuve madurando, al mediodía,  mientras comía una generosa ración de alones en el bar adosado al ayuntamiento. Ese es un local, que  desde antiguo hasta casi los sesenta, sirvió de calabozo a la autoridad. Pude ver o solo imagine en sus vetustos pilares de piedra de una sola pieza, grabados de amor y odio de los que allí, purgaron penas.


Como es decía, hay más¡¡ Osa de la Vega, siguió manteniendo su relación con Filipinas tiempo después y curiosamente no solo por D. Pedro de la   Torre y el Santo Rostro.                                                                                                                       

Corría el año 1898 y una pirueta del destino quiso que en una población de apenas quinientas almas, con pocos hombres en edad de alistarse  y con la guerra de Cuba demandando jóvenes españoles,  se diera la circunstancia, de que Gregorio Catalán Valero, un campesino de Osa de la Vega fuera llamado a filas, pero por esos caprichos del azar, en vez de ser destinado al caribe,  es enviado a Filipinas.  Nunca sabremos si él conocía los avatares de su paisano el Vicario General en las Islas, la comunicación era escasa en aquel entonces, y fácilmente Gregorio, como tantos campesinos de la España profunda, difícilmente tenían acceso a mucha información y además el nivel del analfabetismo era muy elevado,  por eso,  resulta tragicómico que mientras los tagalos masacraban a su compañía parapetada en el interior de la Iglesia de Baler,  a 200 kmts., dirección norte, otros filipinos veneraban  la iglesia y la imagen divina de su pueblo.

Gregorio, incluso, ejerció de héroe. Criado en las duras tareas del campo, hombre menudo pero aguerrido, no dudo en emular la gesta de Eloy Gonzalo un año antes en Cuba, concretamente en Cascorro, y cogió igualmente una lata de gasolina, para prender fuego a las cabañas de los lugareños desde las cuales disparaban a los atrincherados en la iglesia. No quiso la Diosa fortuna que fuera herido, pero al contrario que el primero, nunca gozó de sus mismos honores ni estatua en la “capital”. Para ese año, todo estaba perdido y España no necesitaba más imágenes de héroes, que  insuflaran ánimos guerreros.

                          IGLESIA DE BALER

De la cincuentena de hombres que defendieron el sitio de Baler, sobrevivieron 33, los denominados -Últimos de Filipinas-, que demostraron una valentía sin igual y nunca se rindieron al enemigo, salvo cuando pudieron entender que España había cedido a los Intereses americanos. Es de todos sabido que esa realidad, no la aceptaron hasta casi un año después de haber ocurrido.  Nunca se fiaron de las informaciones que les llegaban, sobre la capitulación del ejército español, salieron de su puesto de combate con honor y respeto del pueblo Filipino.  Hoy, en día ese país,  repleto de nombres españoles en ciudades y ciudadanos,  perdió nuestra lengua en favor del inglés.  Veinte millones de dólares, fue un precio miserable  con el que se vendió nuestra lengua y nuestra historia en oriente

Gregorio Catalán Valero, volvió como un héroe,  dignificando su pueblo, como antes hicieron los romanos, Cervantes,  su insigne vicario, o su santo patrón.  Murió casi dos años después de su llegada, por una tuberculosis. Una humilde estatua que a mi juicio  carece de la expresión y el dinamismo necesarios para explicar el gesto heroico que protagonizó Gregorio,  mira “hierática” desde el frente del Ayuntamiento y es el homenaje de Osa de la Vega a su paisano que junto a un grupo más de valientes, permaneció encerrado entre los muros de una iglesia durante un año defendiendo  su patria y sus principios, sin ceder al miedo ni a la desesperación.
A estas horas, mis “conlectulios”, dirán, bueno,¡ ya está bien, con el dichoso pueblo¡. Venga si¡ ya está¡ pero dejarme un último apunte. Porque llegados aquí, habréis reparado en otro hecho también acaecido en Osa de la Vega. Un hecho vulgar, prosaico, quizá de comadreo y sin embargo, sobre él, se escribieron ríos de tinta  años después de la muerte de nuestro héroe,  otro  Gregorio y también  Valero de primer apellido, y su compañero de trabajo León Sánchez, ambos naturales de Osa de la Vega pondrían otra vez, el nombre de la localidad  en el noticiero nacional, siendo protagonistas de un grave error judicial, y acusados por confesión propia a través de tortura de un crimen que jamás cometieron, el de  José María Grimaldos  “El Cepa”, presunto asesinado, que desapareció de pronto tras vender sus ovejas. Le dio un “barrunto” dijo, cuando volvió al pueblo pasados bastantes años.  Pero, el mayor barrunto le dio al poder político y judicial de la época, acusando a dos pobres desgraciados de un crimen que nunca fue. Pilar Miro llevo el relato al cine, con absoluto acierto.
Ya atardeciendo regrese al hogar, con este pensamiento rondándome la cabeza, el mismo que  me había llevado a tierras de Cuenca. Osa de la Vega, era conocida lamentablemente por eso y solo por eso. Por tanto, me parecía justo, poner en valor, los buenos hechos de este  noble  pueblo, para “tapizar” en lo posible aquella absurda historia y decir voz en alta, que Osa de la Vega es mucho más que todo aquel ruido ignominioso.
 
 
JULIAN MARTINEZ ARRIBAS   Miembro del International C.C. Andermatt
 













3 comentarios:

  1. Muy curiosa la historia. Lo cierto es que Osa de la Vega es ya una población con un aura de leyenda impropia de sus pequeñas dimensiones. Algo habrá detrás de ello.

    ResponderEliminar
  2. La casualidad quizá, asi de simple.....la pura casualidad...

    ResponderEliminar
  3. Muy buen articulo. Siempre aprendemos algo de ti.

    Saludos

    ResponderEliminar