Escudo de Manzanares |
Escudo de Guernica |
La tragedia fue en abril de 1937 en
Guernica, ese campo de experimento de la aviación cóndor alemana.
La revancha, se produjo en agosto de ese mismo año, esta
vez, sería otra ingeniería aérea, (rusa) la que reduciría a escombros la ciudad
de Belchite. En ambos casos, destrucción y muerte...mucha muerte. Pero los
muertos ya se sabe, son distintos, depende de quien los produzca, y así, el
gobierno republicano, silenciaba la matanza que sus tropas habían perpetrado en
Aragón y al mismo tiempo enseñaba al mundo entero en la Exposición Internacional
celebrada ese año en Paris, una obra encargada a Picasso que describiría para
siempre el dolor de los ciudadanos de la localidad vizcaína y se convertiría en
un símbolo del horror de la guerra. El cuadro quedo bautizado como El Guernica,
se hizo en Paris, pero, se había gestado tres años antes en Manzanares, gracias
a un personaje que iremos descubriendo a lo largo de este texto.
Fue un dandy, un Howard Hughes a la española, por ello, con
“menos posibles”, pero de parecida personalidad y de atractivo singular. Ambos
eran guapos, arrogantes a plazos, excéntricos, deportistas, amantes del riesgo,
y triunfadores en muchas facetas incluidas las mujeres.
Pero hay más, gozó del cariño del pueblo y del respeto de los
artistas. No son pocos los que opinan que de haber nacido en Estados Unidos, ya
tendríamos en España más de una película sobre su vida. Un conocido dijo de el,
«Es un macho espléndido, una curiosa mezcla de hombría violenta y
charmé casi femenina; es brusco, quizá un poco duro, pero al mismo
tiempo también tierno y fino». Su última conquista, Marcelle Auclair, dijo que:
«El, no era seductor; era la seducción misma».
Nació en 1891, en Sevilla, hijo de un médico que como todos los
padres con buen oficio, pretenden que su retoño les continué su tarea. Pero la
medicina no estaba en sus planes de futuro. Su afición como escolar era la de
escapar de clase e irse a jugar con otros críos a la típica zona del arenal,
junto a la Torre del oro, entre ellos, con José Gómez, quien llegaría a ser el
torero por excelencia, con el apodo de Joselito, y se convertiría en el hombre
que mas influiría en su vida.
Con o sin el consentimiento paterno, embarca en plena
adolescencia con un “pasaje” de polizón a Nueva York. Allí es detenido en la
aduana y gracias a que recurrió a un familiar que vivía en Méjico, pero vió muy
cerca la prisión acusado de poco menos que de revolucionario y dinamitero que ya
se sabe que los americanos son muy suyos en eso de que les violenten sus
fronteras.
En 1913, con 22 años vuelve desde Méjico a Sevilla, tras algún
tiempo de esquivar marido celosos, con pistolas de por medio, (motivos no les
faltaron a esos “pobres benditos”) y después de haber aprendido un oficio, como
él decía. Otros dirían que lo que aprendió no fue un oficio, si no un vicio que
le costaría la vida. Con su regreso, vuelve a ver a su amigo José, ya figura del
toreo, y también a Dolores, la hermana de este, casándose con ella dos años mas
tarde.
Su oficio, eso si, muy bien aconsejado por su entrañable amigo
y ahora cuñado le daba dinero suficiente para mientras tanto, tener otras
aficiones o caprichos. Así, se hizo boxeador aficionado, piloto de avioneta,
conductor de coches de carreras, jugador de polo, y de paso, hizo hueco en su
tiempo para adquirir una finca, donde vivir con la familia.
En mayo de 1920, su vida vuelve a dar otro giro, Joselito muere
en Talavera, victima de una cornada de Bailaor. No le duele la muerte del
cuñado, pero la muerte del amigo lo destroza, dicen las crónicas que estuvo
velándolo toda la noche, dicen también las crónicas que estuvo llorándolo
siempre.
Habría que preguntarse si fue por su propensión al devaneo, o
por que su matrimonio estaba tan solo sujeto por la adoración que sentía por ese
familiar y amigo de la infancia, el caso es que la tragedia, lo fue acercando a
la desconsolada novia de Joselito. Se llamaba Encarnación López, La
Argentinita, una guapa cantante folclórica y gran bailarina de la
época, que compartió tiempo con Imperio Argentina o Concha Piquer, pero un
tiempo limitado, pues a estas las adelantaba en quince y once años
respectivamente, por lo tanto, llegó antes al espectáculo, y luego cuando las
últimas despuntaban, la Argentinita se diluía, por el dolor acumulado quizá, y
una gravé enfermedad que acabó con ella a los 48 años, tras una actuación en
Nueva York.
Esta relación se intentó llevar siempre con la discreción que
exigía la época, nunca se perdieron las formas en el matrimonio, fue una
aceptación social y familiar, sin mas fuegos de artificio.
Por lo general, cuando Encarnación, estaba de gira, él vivía en
su finca de Sevilla con su mujer y sus dos hijos, pero en una habitación
independiente, y cuando volvía la cantante, el viajaba a Madrid, se hospedaba
permanentemente en un hotel, aunque realmente hacía vida en casa de ella. La
Argentinita lo introdujo en el ambiente cultural del Madrid de la época, le
presentó a Garcia Lorca, que le ayudaba con algunos arreglos musicales y letras
de canciones, y de paso se dio a conocer ante esos talentos amantes del
culteranismo Gongorino como Dámaso Alonso, Jorge Guillen, Gerardo Diego, Vicente
Aleixandre, Rafael Alberti, y otros artistas contemporáneos.
Enamorado de la literatura, y metido en este maremagnum de
acontecimientos, pone otra nueva ocupación en su currículo y pasa a ser un
mecenas en la conocida como edad de plata de la literatura española. Subvenciona
el viaje y de paso apadrina en Sevilla, concretamente en el Ateneo, la
conmemoración del tercer centenario de la muerte de Góngora, ¡Que menuda gracia
tenemos los españoles con festejar las muertes¡ Es lícito aclarar, que de
hacerlo en Andalucía, lo normal era haberlo hecho en Córdoba patria de Góngora,
pero es evidente, que quien paga elige y así lo hizo, distribuyendo a los
poetas, algunos en ciernes, ricos en ilusión, y pobres en dinero, entre el hotel
Pacífico y su finca de Pino Montano, bautizando de paso a esa generación
cultural, con el año en que se celebro, 1927.
Ya metido en faena, dio rienda suelta a otra de sus pasiones,
que era la de escribir. Su creación literaria se compone de: Sin
razón, muy del 27, tirando al psicoanális y al surrealismo,
Zaya, un tanto autobiográfica y metafísica; Ni más ni
menos, inédita hasta 1979, Soledad, inédita
hasta 1988 y Las calles de Cádiz, un musical para la
Argentinita, con canciones populares de Lorca.
Aún así, no paró su carácter poliédrico, y a sus aficiones sumo
la de actor y otros compromisos, como, recuperar el tiempo que perdió en la
adolescencia y estudiar el bachillerato, ser presidente de la Cruz Roja en
Sevilla y ¡asómbrense¡ Presidente del Real Betis Balompié.
Por entonces, fiel a su carácter de seductor, conoció en casa
de Jorge Guillen, a una escritora francesa, era hispanista, por más señas, se
llamaba Marcelle Auclair. No le importó que estuviera casada, para el caso el lo
estaba dos veces, la oficial y la oficiosa. Quedó prendado de ella, de su
personalidad, de su cultura, y la pasión los unió el tiempo que ella quiso.
Haciendo gala de ese singular sentido suyo de las “posesiones” la siguió hasta
Paris, sin preocuparle que estuviera casada y tras un viaje que en aquellos
tiempos no debía ser nada placentero, pero Marcelle, no dio el paso. Mejor¡, la
Argentinita era de armas tomar, ya perdió a un hombre y a este otro no lo
hubiera dado por perdido tan fácilmente.
Entre tantas maneras de vivir, mantuvo intermitente la vuelta a
su oficio, o al menos a lo que realmente le había dado fama, dinero y por
supuesto más de un susto, muchos más que los amantes despechados. Así, en 1934
se marcha a “faenar” a Cádiz, y aprovecha el viaje, porque él tenía amigos en
todos los estamentos, para visitar a SanJurjo prisionero en el Castillo de Santa
Catalina, por atentar contra la republica, esa que el mismo general ayudó a
instaurar dos años antes. Tal amistad le hubiera venido muy bien a Lorca en el
36, pero se desconoce si no supo esgrimirla o se fió demasiado de Rosales.
Después de Cádiz, y casi por casualidad llega en Agosto, a Manzanares, y allí,
Granadino lo prende por el muslo, cercano a la ingle, mientras intentaba uno de
sus pases característicos, sentado en el estribo del burladero. El empezó su
carrera del toreo en Méjico y por ironía del destino, la acabó al lado de un
mejicano, Armillita Chico, quien daría muerte al toro que lo habia empitonado,
tal como él, vengo a su cuñado, Joselito el Gallo, 14 años atrás. Siempre
confesó en la intimidad que cuando mató a Bailaor, fue la única vez que miro a
un toro con odio y amargura.
Empezó a vaciarse de vida, el 11 de agosto a las
cinco de la tarde, según Lorca, nos ha dejado escrito para
siempre. Se vaciaría del todo, el 13 de Agosto en una clínica de Madrid a
consecuencia de una septicemia. La medicina todavía dejaba mucho que desear. Era
cierto que los toreros ponían su vida al servicio del espectáculo. Su esposa lo
estuvo acompañando en todo momento y su amante, no pudo ni siquiera estar en el
entierro, y lloró sola en su piso de Madrid por que otro toro había vuelto a
destrozar su corazón.
Sus amigos artistas se olvidaron del hombre polifacético y lo
hicieron torero para siempre, mucho mas torero de lo que llegó a ser en vida.
Ensalzaron su valor, su desprecio por el riesgo, hicieron que
su muerte fuera mas muerte y mas triste. José Caballero la dibujo
a su estilo en la portada del poemario Llanto por la muerte de Ignacio
Sánchez Mejias que Federico García Lorca dejó como inolvidable elegía en
la literatura …..........................
y Picasso….que siempre confesó que los toros era lo que más
echaba de menos de España, de ahí sus muchas pinturas y grabados de tauromaquia.
Picasso, decía, influenciado por toda esa literatura sobre Ignacio de sus
comunes amigos poetas…quiso dejar su impronta sobre la muerte del torero y
esbozó, una idea en distintos borradores que deja aparcados durante tres años.
Es en 1937, cuando a través del embajador español en Francia,
recibe el encargo de una obra que representase a España en la Exposición
Internacional del arte y la técnica en la vida moderna que se celebraría
en Paris ese mismo año. Picasso, sin apenas tiempo para crear una idea
desempolva los bocetos, y empieza su gran cuadro, mural, cartel o como quiera
llamársele. ¿Qué otra cosa nos representaba y sigue representado aunque nos pese
a los españoles, que la “tragicomedia” de capa, montera, toro y torero?.
Acabado el trabajo o a punto de acabarse sucede el bombardeo
en Guernica, y la propaganda republicana toma cartas en el asunto. El resultado
ya lo sabemos.
Dice Aquilino Duque, escritor sevillano y estudioso de la
figura de Ignacio Sánchez Mejias que: Pablo Picasso, metido de hoz en coz
en su Tauromaquia, allá por 1934, bosquejó el gran cuadro que a la vuelta de
tres años no tendría inconveniente en despachar como Guernica.
Ese encargo, se hizo con la mediación de José Bergamin, uno de
esos amigos artistas del 27, sospechoso de ayudar a Picasso en este cambio del
motivo inicial de la obra a su denominación última, no en vano Bergamín era
radical, hasta el punto de terminar sus años en Guipúzcoa. En plena democracia
española colaboró con prensa tan prestigiosa como Egin y se situó políticamente
en la izquierda abertzale. Un madrileño al lado del independentismo vasco,
¡manda narices¡. Un elemento así, no me parece muy de fiar
Ya sea por que le contaran o leyera en prensa, en Alberti o
Lorca, lo acaecido en Manzanares, pero fuera por lo que fuera, Picasso esbozó y
posteriormente desarrolló en un mural de 28 mts. cuadrados con técnica de dibujo
y collage, la Muerte de Ignacio Sánchez Mejias;
Arriba un toro altivo, serio, y vigilante. Del techo pende la tenue
bombilla de la enfermería. Una mano amiga trae más luz, que pide el médico entre
las prisas y la sangre. A ambos lados dos mujeres lloran separadas, la esposa y
madre cerca de el a la izquierda y la amante que no pudo velarlo, sola a la
derecha grita desconsolada brazos en alto. El caballo del picador, asustado, se
desboca y relincha. Desde el burladero alguien observa la trágica escena y otro
salé corriendo desde allí, para atender al torero, que herido de muerte yace
tendido en la arena sujetando un estoque roto y una flor, como simbolos de
derrota y esperanza.
Después, al autor, le pudieron las circunstancias y una obra que habla de la España mas profunda, de la España torera, esa que él extrañaba, se llenó en la imaginación de cosas que no aparecen en el mural cubista, “roble milenario destruido” aviones, escombros, bombas, y gentes corriendo por doquier, para así hacer mención a un hecho ocurrido poco tiempo antes de su presentación en la Exposición Internacional. Todos debieron quedar contentos, él por sus ingresos y futuros premios Lenin de la Paz y el gobierno de España, por la ayuda a la causa. Todos contentos….menos la verdad.
Después, al autor, le pudieron las circunstancias y una obra que habla de la España mas profunda, de la España torera, esa que él extrañaba, se llenó en la imaginación de cosas que no aparecen en el mural cubista, “roble milenario destruido” aviones, escombros, bombas, y gentes corriendo por doquier, para así hacer mención a un hecho ocurrido poco tiempo antes de su presentación en la Exposición Internacional. Todos debieron quedar contentos, él por sus ingresos y futuros premios Lenin de la Paz y el gobierno de España, por la ayuda a la causa. Todos contentos….menos la verdad.
Julián Martínez Arribas. Miembro del Internacional C.C. Ande
IGNACIO SANCHEZ MEJIAS
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